La motricidad gruesa se refiere a la capacidad de utilizar los grandes músculos del cuerpo para realizar actividades físicas.
Estas habilidades son importantes para el desarrollo del niño y esenciales para actividades cotidianas como andar, correr, saltar y trepar. También desempeñan un papel vital en el desarrollo cognitivo, social y emocional del niño. Por eso es importante que padres y profesores comprendan la importancia de desarrollar la motricidad gruesa y cómo fomentarla eficazmente.
Tipos de motricidad
Hay dos tipos principales de motricidad: la motricidad gruesa y la motricidad fina:
Motricidad gruesa: La motricidad gruesa consiste en utilizar los grandes músculos del cuerpo para realizar actividades físicas. Estas destrezas son necesarias para actividades como andar, correr, saltar y trepar. Algunos ejemplos de motricidad gruesa son:
- Caminar
- Correr
- Saltar
- Trepar
- Patear una pelota
- Montar en bicicleta
- Lanzar y recoger una pelota
- Saltar
- Bailar
- Nadar
Motricidad fina: La motricidad fina consiste en utilizar los pequeños músculos del cuerpo para realizar movimientos precisos. Estas habilidades son esenciales para las actividades que requieren la coordinación mano-ojo, como escribir, dibujar y utilizar herramientas. Las habilidades motoras finas surgen en la infancia y deben dominarse en la edad escolar. Algunos ejemplos de motricidad fina son
- Agarrar y sujetar objetos
- Cortar con tijeras
- Escribir y dibujar
- Utilizar utensilios para comer
- Abrochar y cerrar cremalleras
- Tocar instrumentos musicales
- Utilizar el ratón o el teclado del ordenador
- Atarse los cordones de los zapatos
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Tanto la motricidad gruesa como la fina son importantes para el desarrollo del niño y sus actividades diarias. La motricidad gruesa es necesaria para las actividades físicas y el juego, mientras que la motricidad fina lo es para actividades como la escritura, el dibujo y el cuidado personal. Los niños desarrollan estas destrezas gradualmente a lo largo del tiempo, y la motricidad gruesa suele desarrollarse antes que la fina.
II. Hitos de la motricidad gruesa según la edad
A. Lactantes (0-12 meses)
Durante el primer año de vida, los lactantes desarrollan rápidamente su motricidad gruesa. Las habilidades relacionadas con la motricidad gruesa se desarrollan gradualmente a partir de los 2 meses de edad. Comienzan con el desarrollo del control de la cabeza, seguido de rodar, gatear y, finalmente, caminar. A los 6 meses, la mayoría de los lactantes pueden sentarse erguidos con apoyo y, a los 9-10 meses, suelen poder gatear o arrastrarse. A los 12 meses, la mayoría de los bebés pueden mantenerse erguidos y dar algunos pasos de forma independiente.
B. Niños pequeños (1-3 años)
Los niños pequeños son cada vez más móviles y ganan confianza en sus habilidades motoras gruesas. Aprenden a andar, correr, trepar y saltar. También pueden lanzar y coger una pelota y utilizar utensilios para comer. A los 2 años, la mayoría de los niños pueden subir y bajar escaleras con ayuda y, a los 3 años, suelen poder hacerlo de forma independiente.
C. Preescolares (3-5 años)
Los preescolares perfeccionan su motricidad gruesa y se vuelven más coordinados. Pueden montar en triciclo, saltar y brincar con los dos pies. También pueden lanzar y atrapar una pelota con más precisión y utilizar tijeras para cortar papel. A los 4 años, la mayoría de los preescolares pueden subir y bajar escaleras alternando las piernas y, a los 5, pueden saltar y brincar con un pie.
D. Niños en edad escolar (5-12 años)
Los niños en edad escolar siguen mejorando sus habilidades motrices gruesas y desarrollando otras nuevas. Pueden montar en bicicleta, practicar deportes de equipo y realizar movimientos más complejos, como volteretas y saltos mortales. También saben atarse los zapatos y utilizar herramientas como martillos y destornilladores.
E. Adolescentes (12-18 años)
Durante la adolescencia, la motricidad gruesa sigue desarrollándose y especializándose. Los adolescentes pueden realizar movimientos complejos como rutinas de baile y gimnasia. También pueden participar en deportes de equipo a un nivel más alto y pueden empezar a especializarse en un deporte concreto.
III. Factores que afectan al desarrollo de la motricidad gruesa
A. Genética
La genética desempeña un papel en el desarrollo de la motricidad gruesa de un niño. Algunos niños pueden nacer con una predisposición genética a destacar en determinadas actividades físicas. Sin embargo, la genética no es el único factor determinante en el desarrollo de la motricidad gruesa.
B. Entorno
El entorno en el que crece un niño también puede influir en el desarrollo de la motricidad gruesa. Los niños que crecen en entornos que ofrecen oportunidades para la actividad física y el juego tienen más probabilidades de desarrollar una motricidad gruesa fuerte. Por el contrario, los niños que crecen en entornos sedentarios pueden estar en desventaja.
C. Salud y nutrición
Una buena salud y nutrición son esenciales para el desarrollo de la motricidad gruesa. Los niños sanos y bien alimentados tienen más energía y son más capaces de participar en actividades físicas. Además, algunas enfermedades, como la parálisis cerebral, pueden afectar al desarrollo de la motricidad gruesa.
D. Oportunidades para practicar y jugar
Las oportunidades para practicar y jugar son esenciales para el desarrollo de la motricidad gruesa. Los niños que tienen acceso a parques infantiles, equipos deportivos y otras actividades físicas tienen más probabilidades de desarrollar una motricidad gruesa sólida. Además, los padres y los profesores pueden ofrecer oportunidades para practicar y jugar en casa y en el aula.
IV. Estrategias para fomentar el desarrollo de la motricidad gruesa
A. Creación de un entorno seguro
Es importante crear un entorno seguro para que los niños hagan ejercicio y jueguen. Esto incluye garantizar que los parques infantiles y otras zonas de juego estén libres de peligros y que los niños lleven el equipo de seguridad adecuado, como cascos cuando monten en bicicleta.
B. Ofrecer oportunidades para jugar y hacer ejercicio
Los padres y profesores pueden ofrecer a los niños oportunidades para practicar y jugar de diversas maneras. Esto puede incluir la práctica de juegos, la participación en equipos deportivos y la participación en actividades al aire libre como el senderismo y la acampada.
C. Fomentar la actividad física
Fomentar la actividad física es esencial para desarrollar la motricidad gruesa. Los padres y profesores pueden fomentar la actividad física limitando el tiempo de pantalla y fomentando el juego al aire libre y la actividad física.
D. Uso de juguetes y equipos adecuados para el desarrollo
El uso de juguetes y equipos apropiados para el desarrollo es importante para el desarrollo de la motricidad gruesa. Los juguetes y el equipo deben ser seguros y apropiados para la edad y el nivel de habilidad del niño.
E. Incorporar la motricidad gruesa a las rutinas diarias
Los padres y profesores pueden incorporar la motricidad gruesa a las rutinas diarias animando a los niños a ir andando o en bicicleta al colegio, a jugar al aire libre durante el recreo y a participar en actividades físicas durante los programas extraescolares.
V. Retos comunes e intervenciones en la motricidad gruesa
A. Trastorno del desarrollo de la coordinación
El trastorno del desarrollo de la coordinación (DCD) es una afección que afecta al desarrollo de las habilidades motoras gruesas. Los niños con DCD pueden tener dificultades para coordinar y realizar actividades físicas. Las intervenciones para el DCD pueden incluir fisioterapia, terapia ocupacional e instrucción especializada.
B. Parálisis cerebral
La parálisis cerebral es una afección neurológica que afecta al desarrollo de la motricidad gruesa. Los niños con parálisis cerebral pueden tener dificultades con el control y la coordinación muscular. Las intervenciones para la parálisis cerebral pueden incluir fisioterapia, terapia ocupacional y dispositivos de ayuda como aparatos ortopédicos y sillas de ruedas.
C. Síndrome de Down
El síndrome de Down es una enfermedad genética que puede afectar al desarrollo de la motricidad gruesa. Los niños con síndrome de Down pueden tener un tono muscular bajo y un retraso en el desarrollo de la motricidad gruesa. Las intervenciones para el síndrome de Down pueden incluir fisioterapia, terapia ocupacional y enseñanza especializada.
D. Trastorno del procesamiento sensorial
El trastorno del procesamiento sensorial (TPS) es una afección en la que el cerebro tiene dificultades para procesar la información sensorial. Los niños con TPS pueden tener dificultades de equilibrio y coordinación. Las intervenciones para el SPD pueden incluir terapia de integración sensorial y terapia ocupacional.
La motricidad fina y los niños con discapacidad
La motricidad gruesa es esencial para el desarrollo del niño, y esto también es cierto para los niños con discapacidad. Los niños con discapacidades pueden tener dificultades para desarrollar la motricidad gruesa debido a limitaciones físicas, problemas sensoriales u otros factores. Sin embargo, con las intervenciones y el apoyo adecuados, estos niños pueden progresar en el desarrollo de su motricidad gruesa.
Discapacidades físicas como la parálisis cerebral, la espina bífida y la distrofia muscular pueden afectar al desarrollo de la motricidad gruesa del niño. Estas afecciones pueden causar debilidad muscular, espasticidad y otros trastornos motores que pueden dificultar a los niños la realización de actividades físicas.
Sin embargo, la fisioterapia puede ayudar a los niños con discapacidades físicas a mejorar su motricidad gruesa. Un fisioterapeuta puede trabajar con el niño para desarrollar un plan de cuidados que incluya ejercicios para mejorar la fuerza, la coordinación y el equilibrio. También puede proporcionar equipos de adaptación, como aparatos ortopédicos, sillas de ruedas y andadores, para ayudar al niño a moverse con más facilidad y seguridad.
Los trastornos del procesamiento sensorial también pueden afectar al desarrollo de la motricidad gruesa del niño. Los niños con trastornos del procesamiento sensorial pueden ser hipersensibles o hiposensibles a los estímulos sensoriales, lo que puede afectar a su equilibrio y coordinación.
La terapia de integración sensorial puede ayudar a los niños con trastornos del procesamiento sensorial a mejorar su motricidad gruesa. Esta terapia consiste en actividades que proporcionan estímulos sensoriales en un entorno estructurado y controlado. El objetivo es ayudar al niño a aprender a procesar la información sensorial de forma más eficaz, lo que puede mejorar el equilibrio y la coordinación.
Las discapacidades intelectuales también pueden afectar al desarrollo de la motricidad gruesa del niño. Los niños con discapacidad intelectual pueden tener dificultades para comprender instrucciones o seguir instrucciones, lo que puede dificultar el aprendizaje de nuevas habilidades motoras gruesas.
Sin embargo, con la enseñanza y el apoyo adecuados, estos niños pueden progresar en el desarrollo de la motricidad gruesa. Los profesores de educación especial, los terapeutas ocupacionales y los fisioterapeutas pueden colaborar en la elaboración de planes individualizados que respondan a las necesidades del niño y favorezcan el desarrollo de la motricidad gruesa.
E. Estrategias para apoyar a los niños con problemas de motricidad gruesa
Las estrategias de apoyo a los niños con dificultades en la motricidad gruesa pueden incluir la provisión de oportunidades adicionales para practicar y jugar, el uso de dispositivos de ayuda y la búsqueda de instrucción o terapia especializada.
Conclusión
En conclusión, la motricidad gruesa es esencial para el desarrollo del niño y desempeña un papel fundamental en su desarrollo cognitivo, social y emocional. El movimiento corporal está estrechamente relacionado con la motricidad gruesa, ya que ésta implica el uso de los grandes músculos del cuerpo para realizar actividades físicas.
Padres y profesores pueden fomentar el desarrollo de la motricidad gruesa creando un entorno seguro, ofreciendo oportunidades de juego y práctica, fomentando la actividad física, utilizando juguetes y equipos adecuados para el desarrollo e incorporando la motricidad gruesa a las rutinas diarias.
Además, las intervenciones para los problemas comunes de motricidad gruesa pueden incluir fisioterapia, terapia ocupacional e instrucción especializada. Al comprender la importancia del desarrollo de la motricidad gruesa y cómo promoverlo eficazmente, padres y profesores pueden ayudar a los niños a desarrollar todo su potencial.
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