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El pensamiento crítico para niños con trastornos del desarrollo: una estrategia que funciona

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Si bien se reconoce ampliamente que las habilidades de pensamiento crítico son extremadamente importantes, muchos terapeutas, maestros y padres sienten que definir y enseñar esas habilidades a los niños, especialmente a aquellos con trastornos generalizados del desarrollo (TGD), continúa siendo un reto difícil de superar. A pesar de ello, existen cada vez más pruebas que indican que el pensamiento crítico puede enseñarse y que dicha enseñanza debe comenzar tan pronto como sea posible. Aprovechando la amplia variedad de definiciones y técnicas disponibles para la enseñanza de las habilidades de pensamiento crítico, hemos desarrollado una estrategia en 3 ciclos que se puede utilizar con facilidad y flexibilidad para abordar las necesidades particulares de la educación preescolar y primaria de los niños con trastornos del desarrollo.

La estrategia se basa en la premisa de que este grupo de niños puede beneficiarse, en particular, de un enfoque estructurado, interactivo y motivacional que refleje los intereses de los niños.

Pensamiento crítico: una definición en el contexto de nuestra estrategia de 3 ciclos:

El pensamiento crítico es:

 

pensamiento crítico

Nuestra estrategia en 3 ciclos:

Nuestra estrategia consiste en 3 ciclos indisolublemente vinculados:

Ciclo 1: Herramientas y técnicas que puede utilizar para fomentar el pensamiento crítico.

Ciclo 2: Pasos para cambiar su comportamiento como terapeuta / profesor / padre, a fin de fomentar el pensamiento crítico.

Ciclo 3: Oportunidades que puede utilizar para fomentar el pensamiento crítico.

 

 

Ciclo 1: Herramientas y técnicas que puede utilizar

1) Utilizar Rutinas de pensamiento

El concepto de Rutinas de pensamiento se desarrolló inicialmente en el contexto del Visible Thinking Project llevado a cabo por la Harvard School of Education (Project Zero). Las Rutinas de pensamiento son un conjunto de pasos y preguntas que pueden emplearse de modo flexible y con regularidad para fortalecer diversas habilidades del pensamiento. En particular, y con respecto a los niños con TGD, las rutinas no solo les ayudan a mejorar sus habilidades de razonamiento sino que también cubren su gran necesidad de estructura y sistematización. Aquí podemos observar un ejemplo simple de una rutina de pensamiento:

 

Nombre de la Rutina de pensamiento: «Ver – Pensar – Preguntarse»

Habilidades específicas: realizar interpretaciones justificadas y pensar con creatividad.

Cómo emplear esta rutina: pídale al niño que observe un objeto de su interés. Puede ser una obra de arte o cualquier otro objeto que se vea durante una salida al aire libre. Luego, formule al niño las siguientes tres preguntas:

¿Qué ves? => «Veo…»

¿Qué piensas sobre eso que ves? => «Pienso…»

¿Qué pregunta te surge sobre eso que ves? => «Me pregunto…»

 

Estimular siempre al niño para que fundamente cada una de sus respuestas. La práctica de esta rutina de pensamiento en contextos similares y con regularidad puede ayudar al niño a adquirir mayor confianza en la utilización por su propia cuenta de este patrón de razonamiento.

Si desea obtener más información sobre otras rutinas de pensamiento, como el Juego de la explicación, la rutina de la Explosión de opciones, etc. puede visitar el sitio web del Visible Thinking Project desarrollado por la Harvard School of Education: http://www.visiblethinkingps.org

2) Haga preguntas abiertas (preguntas que no impliquen una respuesta de «sí» o «no») 

Es fundamental formular al niño preguntas elaboradas que impliquen procesos de pensamiento de orden superior. Lo ideal es que elija preguntas que induzcan al niño a inferir la respuesta en base a pistas, a su experiencia personal y creatividad o a explorar varias opciones a la hora de tomar una decisión. Ejemplos*:

  • ¿Qué te hace decir eso?
  • ¿Qué cambiaría si…?
  • ¿Existen otras opciones (antes de que tomemos una decisión)?

*Por favor, tenga en cuenta que una de nuestras próximas notas del blog se ocupará específicamente del tema Formular Preguntas. 

3) Dote al niño con una estrategia simple para resolver problemas

La resolución de problemas es un componente clave del pensamiento crítico. Si usted enseña a los niños una simple secuencia de pasos que ellos puedan seguir para solucionar un problema, estará mejorando su capacidad para pensar de modo independiente. En un estudio publicado por la revista Remedial and Special Education journal, titulado Increasing the Problem-Solving Skills of Students with Developmental Disabilities («Aumentando las capacidades de resolución de problemas en estudiantes con trastornos de desarrollo»), el equipo de investigación ha puesto en práctica la estrategia para la resolución de problemas en 3 pasos que explicamos a continuación:

Paso 1: «Fijar un objetivo»=> Estimular al niño para que pregunte y responda «¿Cuál es el problema?» y que luego se fije un objetivo para resolverlo.

Paso 2: «Actuar»=> Estimular al niño para que pregunte y responda «¿Qué puedo hacer para resolver el problema?» y que luego se fije un plan de acción.

Paso 3: «Adaptar al objetivo o plan»=> Estimular al niño para que reflexione sobre los resultados del plan de acción inicial preguntándose «¿He resuelto el problema?» y que luego, si es necesario, que adapte o ajuste dicho plan de acción.

4) Utilice recursos especializados

Si bien siempre puede elaborar sus propias actividades como terapeuta, maestro o padre, no es necesario descubrir la pólvora. Por ello, puede enriquecer su biblioteca con recursos especializados y ofrecer a su hijo una amplia gama de actividades regulares para practicar el pensamiento crítico. 

 

Ciclo 2: Pasos para cambiar su comportamiento como terapeuta / profesor / padre, a fin de fomentar el pensamiento crítico

El hecho de estar informado sobre las mejores herramientas disponibles es una cosa, pero ninguna herramienta será efectiva a menos que se adopte una «actitud propicia para el pensamiento crítico» con respecto al niño:

1) Sea paciente: cuando comente algún problema con los niños no les induzca las respuestas, sino que déles tiempo para pensar. Recuerde: para ayudar a los niños a pensar ¡debe permitirles pensar!

2) Acepte las preguntas de los niños. Anímelos a formularle preguntas y justifique las respuestas que les brinda.

3) Forme pensamiento crítico. Proporcione razones cuando describa o explique algo a los niños y permita que los niños vean el proceso que usted sigue para resolver los problemas diarios. 

4) Permita que los niños cometan errores. Los errores constituyen una valiosa oportunidad para aprender y explorar las diferentes opciones para resolver un problema. 

 

Ciclo 3: Oportunidades que puede utilizar para fomentar el pensamiento crítico

Casi cualquier instancia en la vida de un niño ofrece la oportunidad para practicar el pensamiento crítico, siempre que usted recuerde que la enseñanza del pensamiento crítico debe ser siempre divertida y nunca imponerse al niño. Hemos seleccionado 4 contextos útiles para practicar el pensamiento crítico:

1) Aficiones, pasatiempos y talentos del niño: construya sobre los intereses del niño valiéndose de rutinas de pensamiento y preguntas elaboradas mientras conversa sobre temas que el niño disfruta hacer.

2) Literatura infantil: leer libros juntos y formular las preguntas adecuadas para fomentar la comprensión profunda de las historias que lee, a la vez que aborda distintas habilidades de pensamiento crítico.

3) Tareas escolares y deberes: absténgase de inducir respuestas en el niño. El no hacerlo tendrá efectos mucho más positivos a largo plazo que el hecho de que obtenga una buena calificación en una tarea escolar. 

4) Tratar juntos un problema: puede ser cualquier tipo de problema, en casa o en la escuela. Guíe al niño en el uso de la estrategia para la resolución de problemas en 3 pasos explicada previamente. 

El pensamiento crítico requiere mucha paciencia y perseverancia, pero es una de las más valiosas habilidades para la vida que puede fomentar. 

 

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